Inhalar la despedida
- Luna Marti
- 1 jun 2024
- 1 Min. de lectura
30 Febrero 2023
No he escrito mucho. El tiempo se escapa de mis manos. El tiempo se tira a la piscina y mi cuerpo es absorbido por el desánimo. A veces tengo desánimo de escribir porque no sé cómo comenzar ni qué aparecerá en el camino. Escribir es soltar el control. Si activo la escritura tengo miedo de lo que ocurra. Tengo miedo a atravesar la incomodidad de la inexistente creatividad. No. Tengo miedo a atravesar la incomodidad de encontrar mis palabras, mis sinónimos, mis verbos y todas las posibilidades que existen para explicar mi corazón. En estos días lo único que me ha sostenido es la meditación. Los estímulos externos entran en mi cuerpo y toman espacio. Me convierto en un cuerpo con quejas. Me quejo del viento, de la humedad, del cielo pálido, de las manchas en las paredes, de las rejas en las ventanas, de los recuerdos de tus besos, de la nostalgia en mi pecho.
Tal vez por eso no quise escribir, porque supe que volverías a aparecer entre mis palabras. Cuánto más no quiero nombrarte, más apareces. Aparece tu recuerdo inutil como el amargor al final de un chocolate caliente. Apareces y no se como dejar de nombrarte, como empujarte para soltar el cordón. ¿Qué es lo que me permite extrañarte: el frío del clima o la simpleza de mis días?

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